Reconozco cada bocado retratado en mi cuerpo,
las huellas del amor hecho carne
de platos de fondo, entremés y a veces postre.
Te veo en mi,
la piel que se antoja
humectada por el candor que sale de nuestros poros.
El ADN impregnado entre mis entrañas
cóctel que me lleva en cada gemido a la embriaguez
mientras miro mi reflejo en tus pupilas dilatadas.
Lo sé, suelo cambiar de estado,
de la pasividad a lo frenético
hasta erosionar nuestros sexos.
Y es que la primera vez que me devoraste
comprendí que el temblor y la respiración entrecortada
fue señal de adicción a ti.
Fui tu alimento y tu el mio
bajo la melodía del piano
quien sincronizaba nuestro danzar de entre las sábanas.
Por esta historia bendita de alimento,
de nuestro cuerpo y nuestra carne
prometo nunca saciarme de ti hasta partir de este mundo.
Autora: Madelaine